Los
alimentos ecológicos son aquellos productos provenientes de sistemas agrícolas
y ganaderos que emplean técnicas de producción basadas en el respeto del medio
ambiente, la minimización del impacto humano y la prioridad de una producción
natural de carnes y vegetales. Por ello, para poder ser considerados ecológicos
y distintos de los producidos por la agricultura convencional, estos alimentos
deben carecer de pesticidas, plaguicidas y fertilizantes sintéticos; deben
estar exentos de manipulaciones genéticas como los transgénicos y, en el caso
de la ganadería, deben emplear moderadamente el uso de antibióticos.
Este
tipo de alimentos goza en la actualidad de gran popularidad, debido
especialmente al crecimiento de la preocupación y de la sensibilidad con respecto
a las dos cuestiones fundamentales de su razón de ser: el cuidado del medio
ambiente y la alimentación saludable. La agricultura y la ganadería ecológicas
dan respuesta al primero de ellos, siendo más respetuosas con el entorno
natural que los sistemas de producción industriales a través del empleo de
técnicas ecológicas como la rotación de cultivos, la selección de especies
vegetales y animales resistentes a enfermedades y con adaptaciones regionales,
la cría en espacios abiertos, el aprovechamiento de los recursos cercanos a la
zona de cultivo o cría y el respeto de los ciclos vitales de los sistemas
naturales.
Sin
embargo, y a pesar del ingente número de estudios que se han realizado al
respecto, los científicos no se ponen de acuerdo a la hora de afirmar si los
vegetales y las carnes producidas de forma ecológica son más saludables,
sabrosas y beneficiosas que los productos de la agricultura y la ganadería
convencionales. En 2014, un estudio publicado en la revista British Journal of Nutrition por un
equipo de expertos de la Universidad de Newcastle afirmó, tras analizar más de
trescientos estudios sobre el tema, que los alimentos ecológicos poseen mayores
concentraciones de antioxidantes y ácidos grasos beneficiosos omega-3 que los
convencionales, así como niveles hasta un 50% inferiores de metales pesados
tóxicos como cadmio, el plomo y el mercurio, los tres contaminantes más
frecuentes en los alimentos. Sin embargo, este estudio recibió amplias críticas
que cuestionaban su imparcialidad al haber sido financiado en parte por
Sheepdrove Trust, una organización benéfica británica a favor de la agricultura
ecológica.
Por
otro lado, ya en 2009 y sobre la base de una extensa revisión de estudios sobre
este asunto publicados desde 1958, la revista The American Journal of Clinical Nutrition publicó un estudio en el
que los expertos concluían que no hay una evidencia clara de la existencia de
diferencias en la calidad de los nutrientes entre productos ecológicos y
convencionales, reconociendo eso sí que los primeros tienen una menor
exposición a los residuos de pesticidas.
Los
productos ecológicos deben pasar los mismos controles sanitarios que el resto
de los alimentos, pero en su caso cuentan también con
una legislación específica que
intenta simplificar y ajustar los controles en función del riesgo y el control
del fraude, así como contribuir a mejorar la situación de los productos
ecológicos e incrementar la confianza del consumidor. No obstante, debe tenerse
en cuenta que este tipo de productos, a pesar de estar sometidos a estrictos
controles evaluados por entidades de certificación, también tienen riesgos,
sobre todo de contaminación bacteriana. Es el caso de la E scherichia coli, a menudi relacionada con los cultivos
ecológicos, que protagonizó en 2006 uno de los brotes infecciosos más graves
producidos por los alimentos ecológicos en Estados Unidos, a raíz del consumo
de espinacas ecológicas contaminadas por esta bacteria al haber sido abonadas
con estiércol de animales. Es por ello que los beneficios para la salud de esta
clase de alimentos también han sido muy cuestionados.
Los
productos ecológicos poseen precios más elevados que los convencionales, pero
con la ventaja de contar con un público muy fiel que está dispuesto a pagar más
por ellos debido al componente ético de esta clase de producción. Se trata de
un tipo de consumidor que valora una agricultura y una ganadería de proximidad,
así como las prácticas responsables con el medio ambiente. Según estudios de la
Unión Europea, el mercado de productos ecológicos está creciendo a un ritmo de
10-15% cada año y estos productos representan el 4% de todos los de la UE.
En Madrid hay gran cantidad de mercados y establecimientos en los que se puede comprar productos de agricultura y ganadería ecológica, prueba del fulgurante crecimiento de este mercado. También las plataformas de venta online y reparto a domicilio, como es el caso de cestaverde.com, que se presenta en su página web como la plataforma creada por alguien (Manuel Luis Castellano) que siempre ha valorado la calidad y el sabor superior y más auténtico de los productos frescos de su pequeño pueblo, producidos con técnicas naturales en entornos abiertos, en su temporada y de forma respetuosa con el medioambiente, argumentos todos ellos en la línea de la publicidad y el marketing del sector de los productos ecológicos.
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